Sentir la ceniza volcánica, mirar alrededor, caminar, pensar en la calma que en ese momento nos transmitía pero al mismo tiempo pensar que al despertar este volcán podría convertirse en una furia imparable que nos podría hacer sentir minúsculos, insignificantes, como todos esos lugares naturales que se nos cruzan y que nos gusta contemplar con respeto y que nos conectan con el Dios creador y que para nosotros esta presente precisamente en eso, en la exuberancia y majestuosidad de lo natural, no hay nada mas supremo y tangible sobre esta tierra que eso, la creación natural, la que ningún humano puede clonar ni imitar la que nos hace sentir humildes y la que día a día nos encanta descubrir a través de los kilómetros que recorremos en nuestro TWINGO SUDAKA que esta vez nuevamente nos llevaba a descubrir este espectacular lugar.
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